No entiendo cómo le despierta tanta ansia de crítica el marketing simplón y falaz de un producto de alimentación a la par que promociona el esclavismo de la química comercial a la industria del petróleo: el vídeo que incrusta es una estrepitosamente conspicua y avergonzantemente monopolizadora (el agente emisor se instituye en adalid del avance de la química y sus infinitas aportaciones a la humanidad, tanto positivas como negativas, oportunistamente soslayando las segundas) herramienta de propaganda petroquímica. Su propia actitud condescendiente y tajante respecto a cualquier posible visión heterodoxa (no me pida que defina la ortodoxia, creo que nos entendemos) de la ciencia química, además de su parcialidad -si bien totalmente legítima, un tanto flagrante- al interpretar fuentes y estudios, resta credibilidad si no a su vocación sí a su capacidad instructora, que en mi opinión se beneficiaría si la imbuyera de la capacidad crítica de que hace gala.
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